La leyenda del conejo de pascua cuenta que un pequeño conejo se encontraba dentro de la cueva en donde los apóstoles y creyentes de Cristo guardaron su cuerpo. Ellos lo dejaron allí y cerraron con una roca, pero el conejo lo miraba sin entender de quién se trataba.
Al cabo de tres días, aquel hombre se levantó y el conejo vio cómo un ángel corría la piedra para que pudiera salir, entonces se llenó de alegría su corazón al comprender que había presenciado cómo el hijo de Dios volvía a la vida.
No podía entender tanto sentimiento el pobre animalito y quiso comenzar a evangelizar a las personas, pero no podía porque no salían palabras de su boca, por esto es que tuvo que ser muy inteligente para encontrar una manera de poder comunicarle al mundo lo que había visto. Los conejos escucharon todo lo que tenía para decir, pero ellos no podían entender que pudiera pasar algo así, además no se metían en las cosas de los humanos, pero este conejito pensaba diferente, él sentía la necesidad de decirle a todas las personas que Jesús era el hijo de Dios y que él lo había podido comprobar.
Se le ocurrió una idea y comenzó a pintar huevos de todos los colores. Si no podía transmitir lo que sentía a las personas, por lo menos haría hermosos huevos para demostrar que se debe estar feliz y alegre durante el día donde Cristo volvió a la vida. Por eso, todos los domingos de Pascua sale a repartir los huevos que los niños esperan con tanta ilusión.
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