CURSO
NIVELES
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- JUEGO DEL PEREGRINO (1)
- LA VIRGEN MARÍA (14)
- NAVIDAD (20)
- SAN JOSÉ (9)
- SEMANA SANTA (14)
lunes, 21 de diciembre de 2020
sábado, 19 de diciembre de 2020
¿QUÉ ES LA NAVIDAD?
sábado, 12 de diciembre de 2020
viernes, 11 de diciembre de 2020
jueves, 10 de diciembre de 2020
CARTA DE JESÚS EN NAVIDAD
Como sabrás, nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños.
martes, 8 de diciembre de 2020
lunes, 7 de diciembre de 2020
sábado, 5 de diciembre de 2020
BAILE EN FAMILIA
miércoles, 2 de diciembre de 2020
MANUALIDADES DE NAVIDAD
CORONA DE ADVIENTO
CUENTO DE NAVIDAD
EN EL CORAZÓN DEL PADRE ES NAVIDAD
Porque El es Amor hace nacer al amor,
Y, porque es Corazón, lo hace latir arrebatadamente
Bombeando hasta el infinito su sangre sanadora;
Y porque, con el Espíritu, es fuego lo hace arder en una
Hoguera luminosa, inabarcable, sempiterna.
Allí en ese Corazón es Navidad, grito, que engendra y regala
y comparte la vida.
¡Qué grande el corazón del Padre! ¿ verdad, estrella de la noche?
Tú le acompañaste hace 2000 años mientras depositaba en nuestra pequeñita tierra la semilla
De la vida, su Hijo.
¡Qué grande el corazón del Padre ¿verdad, rocío de la mañana?.
Tú le acompañaste hace 2000 años mientras ponía en brazos de la Madre el fruto de la vida, su Hijo.
¡Qué grande el Corazón del Padre ¿verdad, pastor sencillo, Mago transparente?. Vosotros recogisteis esa semilla, ese fruto, y pudisteis tocarlo con la fe limpia, la mirada limpia y el abrazo limpio del amigo fiel.
Pero hoy hay mucha gente que no sabe dónde está ese Corazón grande de Padre o ni siquiera sabe si el Padre tiene Corazón o, peor, tampoco sabe si hay un Padre que aún tiene corazón para Amarnos aunque dicen que llega Navidad.
Buen Padre Dios.¿Te gustan nuestras Fiestas, las que llamamos Navidad.?
¿Está tu Corazón dando la vida bajo tantas bombillas de colores?
¡Ya ves cómo hemos adornado nuestro mundo!
Nos parecen tan simples las estrellas que, necesitamos más colorido
¿La luna? ¡Mejor, el luminoso intermitente que nos da más ritmo!
No podemos con el silencio de la noche ¡es agobiante!. Necesitamos ruido
¿Cómo leer las Santas Escrituras?. Si es verdad que el Ángel nos anuncia algo, podemos asustarnos sentirnos quizá comprometidos y eso molesta, ¡Mejor, no escuchar la Palabra en santas compañías ; más ruido, vayámonos de compras ¡Es Fiesta! Ya sabes, ¡consumimos!
Buen Padre, comprende…
Sí hijo, bien ves que no comprendo nada, que mi Corazón como una caja mágica espera que te acerques, lo mires, lo abras y te llenes de música. Sí, hijo, de música ¡no de ruidos! ¡ yo soy armonía!.
Déjame a mi que te pregunte para ver si puedo enterarme.
¿Por qué llamas Navidad a poner en el Centro de tu casa un árbol cargado de cosas, juguetes, regalos “para ser felices”
¿Por qué llamas Navidad a tantas idas y venidas, fiestas y más fiestas donde brillan afectos sin demasiado sentido?.
¿Por qué…?
Bueno, mira prefiero no preguntarte nada más, voy, como tú dices a cambiar el disco. Escúchame hijo, Yo quiero ofrecerte la Navidad.
Mi Hijo se hace Hombre para ser uno con vosotros.
Así de sencillo. Todo lo demás sobra y sólo hace falta una cosa: tener corazón para poder entenderlo. Por eso quiero prestarte mi Corazón de padre para que puedas tener tú un corazón de Hijo ¿te gusta el cambio?.
No te vayas lejos, párate y escucha: Es tan bonita la Navidad de la fe y de la esperanza, de la Caridad y de la verdadera alegría ¡la Navidad de la contemplación sencilla entre las pajas del pesebre, el cantar de los pastores y el asombro de los Magos!
Es tan bonito que los amigos se reúnan en torno a un Belén y recuerden (traigan al corazón) la sonrisa de mi Hijo, la Mirada de María, el gozo de José y también su llanto, su desconcierto, su primer dolor.
Es tan bonito contemplar la encarnación en un pequeño Niño, en una joven Madre, en un fiel esposo.
Es tan bonito dejar, todo lo que nos separa y juntar nuestras manos alrededor de la Cuna de un Recién Nacido que se llama “Dios con nosotros”.
¡Es tan bonito orar, mirar expectativamente esa adoración del Cielo en la tierra, cita de ángeles y de hombres!
¡Es tan bonito olvidad por un momento los paisajes tristes del dolor y del mal, del sufrimiento y la muerte y permanecer junto a ese Niño dulce, entrañable, tierno, amoroso, en la Paz, estar en ti.
Hay tantas cosas tan bonitas que yo quiero compartir contigo… y ahora es el momento porque es Navidad.
Mira a mi Hijo, en El estoy yo siempre y El conmigo
Formando un Corazón cuya urdimbre es el amor.
Esa será su Túnica Sagrada, inconsútil,
Con ella envolverá al mundo de misericordia
Y renovará la faz de la tierra.
El Espíritu sella el abrazo trinitario que
Intento compartir contigo en Navidad .
Te doy mis tres estrellas
Mi bendición de Padre,
Mi abrazo de Hijo
Mi fuego de Espíritu.
ASÍ SÍ, FELIZ Y SANTA NAVIDAD
EN CADA HOGAR UN BELÉN
Espero que os guste esta canción tanto como a mí, me parece una canción muy profunda, canción que Chema Purón compuso para la Asociación de Belenistas de la Rioja.
martes, 1 de diciembre de 2020
CUENTO DE NAVIDAD
Cuento de Navidad, de Ray Bradbury
El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la
estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados. Era el
primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete,
y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los
obligaron a dejar el regalo porque excedía el peso máximo por pocas onzas, al
igual que el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les
quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus
padres en la terminal. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los
oficiales interplanetarios.
–¿Qué haremos?
–Nada, ¿qué podemos hacer?
–¡Al niño le hacía tanta ilusión el árbol!
La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La madre
y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos, pálido y
silencioso. –Ya se me ocurrirá algo –dijo el padre. –¿Qué...? –preguntó el
niño.
El cohete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una
estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para
dirigirse a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni
horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer “día”. Cerca de
medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y
dijo:
–Quiero mirar por el ojo de buey.
–Todavía no –dijo el padre–. Más tarde.
–Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.
–Espera un poco –dijo el padre.
El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando
en la fiesta de Navidad, en los regalos y en el árbol con sus velas blancas que
había tenido que dejar en la aduana. Al fin creyó haber encontrado una idea
que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y maravilloso.
–Hijo mío –dijo–, dentro de medía hora será Navidad.
–Oh –dijo la madre, consternada; había esperado que de algún modo el niño
lo olvidaría. El rostro del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.
–Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol? Me lo prometieron.
–Sí, sí. todo eso y mucho más –dijo el padre. –Pero... –empezó a decir la
madre.
–Sí –dijo el padre–. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón, un
momento. Vuelvo pronto.
Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.
–Ya es casi la hora.
–¿Me prestas tu reloj? –preguntó el niño.
El padre le prestó su reloj. El niño lo sostuvo entre los dedos mientras el
resto de la hora se extinguía en el fuego, el silencio y el imperceptible
movimiento del cohete.
–¡Navidad! ¡Ya es Navidad! ¿Dónde está mi regalo?
–Ven, vamos a verlo –dijo el padre, y tomó al niño de la mano.
Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La
madre los seguía.
–No entiendo.
–Ya lo entenderás –dijo el padre–. Hemos llegado.
Se detuvieron frente a una puerta cerrada que daba a una cabina. El padre
llamó tres veces y luego dos, empleando un código. La puerta se abrió, llegó
luz desde la cabina, y se oyó un murmullo de voces.
–Entra, hijo.
–Está oscuro.
–No tengas miedo, te llevaré de la mano. Entra, mamá.
Entraron en el cuarto y la puerta se cerró; el cuarto realmente estaba muy
oscuro. Ante ellos se abría un inmenso ojo de vidrio, el ojo de buey, una
ventana de metro y medio de alto por dos de ancho, por la cual podían ver el
espacio. El niño se quedó sin aliento, maravillado. Detrás, el padre y la madre
contemplaron el espectáculo, y entonces, en la oscuridad del cuarto, varias
personas se pusieron a cantar.
–Feliz Navidad, hijo –dijo el padre.
Resonaron los viejos y familiares villancicos; el niño avanzó lentamente y aplastó la nariz contra el frío vidrio del ojo de buey. Y allí se quedó largo rato, simplemente mirando el espacio, la noche profunda y el resplandor, el resplandor de cien mil millones de maravillosas velas blancas.
UN POCO DE HUMOR
¡Humor en Navidad!
Protocolo COVID para montar el Portal de Belén este año.
1. El número máximo de pastorcillos en grupo será de seis y deberán mantener la distancia de seguridad (un metro y medio).
2. Si se instala taberna estará cerrada a partir de las diez de la noche.
3. No se permite la presencia del ángel por si revolotea y hace efecto aerosol.
4. Al ser convivientes, San José, La Virgen y el Niño podrán estar juntos en el pesebre pero se pondrá un cordón de seguridad a dos metros de la cuna.
5. Los Reyes Magos tendrán que venir antes para pasar la cuarentena y se les hará una PCR. Dejarán los camellos en la última población confinada por la que pasen.
6. Todo el personal no esencial (el cagón, las lavanderas, el panadero, los romanos de Herodes, etc.) no podrán participar en esta edición.
7. En ningún caso se podrá montar ninguno por encima del 50% del aforo habitual; ovejitas, cerdos, cabras y los patos no contabilizan. Gracias.